Y un día, como Twin Peaks, volví de mi estancia prolongada en Claromecó, donde tengo mi ranchito. Ahí aproveché en estos años para escuchar toda mi colección de discos Naxos como una tortuga que no quiere salir de su prolongada hibernación: The Best of Bizet, Piano Music of Respighi, los conciertos de clarinete de Stamitz, y Poet and Peasant de Von Suppé, entre otras cosas maravillosas, en mi discman (que me regaló en los años 80 Adelina Melfitani).
Decidí que tenía que volver y renovar mi abono a Paraíso sentado, tenía ahorros para pagarme este año, más la jubilación, me pude pagar la pensión y el abono en el Colonik. Con la ayuda de unos desinteresados pude volver a Buenos Aires. La boletería ya no estaba en Tucumán, tardé en encontrarla, pero pude ir un domingo. Como eran las 17 s. f., descubrí que no sé por qué había muchos niños. Una gran cantidad de niños. Se podía hacer dulce con la cantidad de niños que había. Vi por ahí a un tal Quico que siempre me hacía pasar cuando no tenía plata. Entonces emprendí, preguntando qué se daba y me dijeron «una ópera para niño [sic], Pulgarcito de Cense». ¿Y por qué hay tantas rubias y tantos niños?, pregunté. «Porque la ópera es para niños, para rubias, y cantan niños del coro de niños». Mucho papi y mami, llevemos al nene.
Pasé. Había una gran excitación en el ambiente. Los niños no paraban de murmurar, era constante, estábamos por presenciar algo muy raro: Niños cantando sin que se los escuche. Niños que no escuchaban la orquesta y que se perdían, niños que no entendían que estaba pasando arriba del escenario.
He sacado una serie de anotaciones:
- Pulgarcito tiene ocho hermanitos u hermanitas, no se sabe.
- Los hermanitos de Pulgarcito tienen la misma edad de Pulgarcito.
- ¿Son octillizos?
- Los padres de Pulgarcito tienen la misma edad de Pulgarcito.
- Pulgarcito y sus hermanos tienen hambre y no tienen qué comer.
- Pulgarcito y sus hermanas tienen hambre y no tienen que comer, pero están como vestidos de Benetton. Una pobreza colorinche y los pobres arios le dan una suela de zapato hervida. Enseñanza para la platea menuda: si no podés comer, por lo menos vestite con onda.
- Baja un plafón y es la casa de Pulgarcito con una mesa.
- Después de varios años de excelencia artística, vemos que al muchacho que hace de padre ni se lo escucha ni se entiende lo que canta; y no se entiende cómo hizo para cantar en nuestro primer Coliseo. «Y… es para pibes», dice una tonta, «qué saben».
- La mamá y el papá son malos. Abandonan a sus hijos en el bosque cuando se sube el plafón, están perdidos, pasa un conejo o algo axial. En una canasta, en otra época, colgada de unos alambres fue Papagena, hoy le tocaba a un conejo observador.
- La música es linda, quizás creo que estaba bien tocada. Muchos niños también en la orquesta, pero entre ese murmullo constante de la platea de los niños interviniendo y de sus madres tratando de pensar qué cocinó la chica para la noche y el padre con más ganas de saber si ganaba San Lorenzo.
- De repente aparece lo más festejado: Los Ogros, una pareja de ogros de lo más simpáticos, con sus hijas convertidas en estatuas.
- El Ogro, lejos de ser malo, es un chancero, y la ogra es una mezcla rara de Cruela de Vil con Ivana Trump, Un momento Súrrelalista [sic de Madre Rubia] es cuando el ogro mete en una pérgola a los niños, que si quisieran se habrían podido escapar, debido a que la pérgola no tiene cerramientos complicados. Pero después de un ratito viene la ogra, que no es tan mala, y les abre la puertita. Así de fácil.
- Pulgarcito -que es un langa- trata de apalabrarse a una chica estatua y la invita con otras chicas estatuas al bosque.
- Se ponen de novios, me di cuenta de eso porque en la ópera ponerse de novios es cuando el varón le toma las manos a la chica. Eso es que son novios.
- Con falta de autocrítica por el espectáculo realizado, pero con muchas ganas de haber estado allí, los niños y todo el personnel saludan dichosos.
Entiendo que mi estancia en Claromecó haya perturbado mi juicio…
Volveremos.